Héctor Valdez acusa de su encarcelamiento al gobierno de Q. Roo ~ Playa del Carmen Noticias | SLR

Héctor Valdez acusa de su encarcelamiento al gobierno de Q. Roo

domingo, 17 de enero de 2021

El periodista de Tulum Héctor Valdez que fue aprehendido a final del año pasado, rompe el silencio y manda una carta en la cual acusa al gobierno de Quintana Roo de su encarcelamiento con un delito fabricado. En su misiva recalca tener la conciencia limpia y que no se dará por vencido.

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El año antepasado, Héctor Valdez denunció ante el presidente de México  Andrés Manuel López Obrador (en la "Mañanera") una serie de presuntas corrupciones que apuntan directamente al gobernador Carlos Joaquín y al presidente municipal de Tulum, Víctor Mas.

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Desde ese día, Héctor no regresó a Quintana Roo para no poner en riesgo su vida e incluso no pudo asistir al funeral de su padre, quien falleció cerca de Chetumal, en 2020. Luego de su denuncia pública su entorno fue tenso. Con el paso de las semanas, una conocida le solicitó alojamiento en el departamento que le otorga el sistema de protección a periodistas, pero sospechosamente, la mujer lo denunció por violación y resto es historia en proceso...

A continuación la carta completa:

Héctor Valdez Hernández

Ciudad de México. Zona Oriente de Iztapalapa. Reclusorio preventivo varonil oriente.

Me llamo Héctor Valdez y desde el primero de diciembre estoy privado de la libertad en este reclusorio por una causa fabricada; sin pruebas, pero con el poder del gobierno de Quintana Roo, impulsándolo en todos los aspectos, que buscan destruirme profesional, anímicamente y en la imagen pública como periodista, con una trayectoria limpia de 40 años.

Tengo sin embargo la conciencia limpia y me encuentro satisfecho con mi vida y trayectoria, y nunca me he planteado darme por vencido, o conceder en mi responsabilidad como periodista de denunciar la corrupción y los abusos de poder. Al caer en el sistema penitenciario de la ciudad de México he decidido ventilar las condiciones inhumanas que privan en el sistema carcelario en tiempos de la 4T. Una cuarta transformación, que en este páramo de justicia no se observa por ningún lado.

La cárcel hiede desde cualquier lado, en cualquier arista y en cualquier rincón. Aunque la pestilencia debe ser mayor desde las oficinas directivas, desde donde opera un funcional y cotidiano sistema de micro extorsión, en contra de la población carcelaria. Unos 9,000 internos, tan solo en este penal, que no es el más grande de diez reclusorios que existen en la CDMX. En todos, me aseguran, los “caneros” (así se les llama a los reclusos con varias estancias), la situación es la misma. O incluso es mucho peor.

Ingresé una noche de frente frío, con alerta de bajas temperaturas, luego de una detención inesperada, de una audiencia oral atropellada, que no permitió dar aviso para la participación de mis abogados. Mi entrada a la cárcel, como de la mayoría, fue hacerme acompañar del frío más atroz, pues como única vestimenta, al despojarme de mi ropa de calle, se me entregaron harapos sucios. Una bermuda, hecha jirones, en color amarillo, parecido al beige, que es el color de todos los reclusos, y una camisola en las mismas condiciones, con las que durante cuatro noches dormí en el piso húmedo de concreto, tiritando y deseando el sol lejano de la mañana siguiente. Cuatro días de frío absolutamente intenso. “Tienes dinero tío; acá la vida cuesta una feria”. Esa fue la primera pregunta e interacción que tuve en este penal; y quién me dirigió ese helado y ominoso cuestionamiento fue uno de los 18 compañeros con los que he compartido encierro en los últimos quince días.

El dormitorio uno: un vetusto y envejecido edificio de dos plantas, en el que es imposible averiguar cuando tuvo lugar algún mantenimiento, es la morada obligada de casi 500 personas, casi todas hacinadas en la planta baja, en 24 celdas compartidas, a las que pomposamente se les llama estancias.  Cada estancia mide no mas de 4 por 5 metros, que significan apenas 20m2 y en ellas conviven en tiempos de COVID, una media de 20 personas (hay estancias, que me aseguran, pueden llegar a 25), una letrina y los restos de un lavabo. La letrina ha estado tapada en los primeros 10 días. Todo ello en el mismo espacio.

No hay agua corriente en las celdas, y la que llega a este penal que hay que acarrear, cada mañana, desde unos 150 metros, es la resultante agua tratada de una planta de tratamiento de aguas negras, que se encuentra a unos cuantos kilómetros de aquí. Su color turbio amarillento lo delata y su procedencia es confirmada incluso por celadores. Esa agua reciclada de albañales, es la que se usa en la cárcel para casi todo. Lavar trastes, casi todos plásticos de desecho, bañarse, lavar ropa, descargar la letrina, etc. Solamente el agua de beber es lo que se proporciona y de manera restringida.

Según las normativas sanitarias, ese líquido mencionado, que se usa para casi todo, sólo es apto para el riego de jardinerías; pero en este sitio, olvidado por todos, entre ellos las instancias de derechos humanos, ello no parece importar a nadie.

Un largo y estrecho pasillo, siempre lleno de agua sucia es el camino obligado para recoger el rancho, como se le llama a las porciones alimenticias, siempre pródigas en grandes trozos de papa, casi siempre cruda. Y a veces algo de jamón insípido en un caldo que es imposible tomarle sabor alguno.

En tales condiciones de hacinamiento, la gente podría enloquecer en pocos días, y permitir caminar unas horas en un patio asoleado de concreto debería ser parte de los derechos inalienables de cualquier prisionero; en una cárcel preventiva, en la que conviven todo tipo de delincuentes. Pero aquí … aquí … eso no es así. Tampoco en las otras cárceles de la ciudad.

La salida al patio es condicionada a que en cada estancia, los integrantes de la misma cooperen para reunir 150 pesos diarios, que es el costo de mantener el derecho diario a estirar las piernas. Ese dinero, unos 3,600 pesos en conjunto por el pago del dormitorio uno, es el que se embolsa el custodio responsable del turno diariamente. Pero ni de lejos representa la última ganancia de estos funcionarios en un gobierno que presume de haber desterrado la corrupción y los abusos. (Fuente: Cambio 22)

Continuará....